Rumi Tiana, ahora Santa Apolonia
Aquí les contamos nuestra experiencia en Santa Apolonia, un espacio turístico y gran importancia arqueológica en Cajamarca. Pueden llegar al Mirador por la calle Dos de Mayo, desde la Plaza de Armas de la ciudad.
Partimos a pie desde la Plaza de Armas, casi a las seis de la tarde, fuimos por el pasaje San Martín cuesta arriba hasta llegar a la entrada de Santa Apolonia, la tarifa normal de la entrada es de S/ 1.00. Ingresamos y luego de coordinar algunas cositas con los guardias, procedimos a instalarnos, para esto claro ya habíamos gestionado todos los permisos para quedarnos.
Como ya casi llegaba la noche, armamos primero las carpas, tardamos cerca de veinte minutos hasta estar bien arreglados, la caída del ocaso iba a acurrucándonos con el tiempo, se veía la oscuridad llegar, pero le daba tiempo a nuestros ojos para acostumbrarse.
Hicimos un pago al Apu Santa Apolonia, antes de cenar, agradeciendo por el tiempo, reconociendo el espacio y pensando en aquello que nos había llevado ahí.
Más tarde, casi a las nueve, decidimos subir a la cima, con el fin de recorrer la colina y explorarla un poco más. Ascendimos por el graderío que lleva al Mestizo, llegamos a la entrada principal por el lado de Avenida Perú, les comentamos a los guardias que recorreríamos un rato el espacio y muy amablemente nos recomendaron algunos espacios para observar.Subimos el camino empedrado por el que los árboles han armado, en la parte central de los jardines, como arcos naturales; recuerdo que de niña por las tardes de los miércoles y los viernes, mis papás nos llevaban a Santa Apolonia, a esas horas vestía aún el buzo rojo y azul marino de la escuela, llegábamos y por los desniveles, hacíamos competencia de ruedos con todo cuerpo, aún veo que los niños lo hacen, es como algo innato.De noche, se ve todo diferente, los postes de luz apuntan hacia espacios específicos y aquellos que no son alumbrados son parte de la receta perfecta para la reconstrucción de mitos, leyendas e historias de antaño compartidas boca a boca por nuestro pueblo.
Recorrimos las escalinatas, pasando por la pileta de piedra, viendo a contraluz las copas de los árboles en el cielo.
Luego de un tiempo grabando clips bonitos, bajamos a las carpas para compartir un poco más. Apreciamos con música la belleza del espacio, compartimos unas bebidas y nos acostamos para estar en pie temprano. Descansamos muy bien, la verdad, el frío no fue tanto como el de otros lugares en los que acampamos, fue moderado y se sentía como en casa, claro que los ronquidos de Fran fueron algo fuera de lo común, pero el resto fue bastante cómodo.
Ese día, empezaba algo distinto: El Festival de Ceviche Andino. Recogimos las carpas con premura, para poder dar espacio a las personas que llegaban, desayunamos y fuimos a explorar de día Santa Apolonia, el día y la noche, permiten ver la vida y los lugares de diferente manera, cada uno con su magia, cada uno con algo importante que mostrar y contar.
Descendimos nuevamente al Mestizo y en este concurso, la idea era ver quién preparaba el ceviche más creativo y rico, las ideas y el profesionalismo invadieron el espacio de El Mestizo y con el tiempo controlado, los chefs empezaron a trabajar, es increíble ver como todos tenemos talentos y preferencias distintas, quizás por lo vivido, por el tiempo, por lo que vemos, sentimos o estamos acostumbrados hacer, también como cada una de las actividades tienen niveles de enseñanza y unos son tan nuevos o tan increíbles que son dignos de condecorar.
En la foto una medalla para Yuri Gómez, un gran cheff y persona, misma que nos facilitó la coordinación para el espacio y la difusión de la belleza de Santa Apolonia.
Hubo un alga circular, natural de las profundidades de arroyos y lagunas, que muchos usaron en su preparación: cushuro o nostoc. Esta alga andina, alberga en su interior una fuente de nutrientes con todos los aminoácidos esenciales, incluso con más proteínas que la carne, según el investigador Augusto Aldave Pajares, incluso con muchos más calcio y hierro que la leche y las lentejas, respectivamente.
Realmente fue increíble compartir dentro de nuestra ciudad, haciendo nuevas cositas en lugares que ya conocemos, Santa Apolonia nos acogió y nos dio muchísimo calor de hogar, gracias por tanto. También, gracias a Francisco, Daniela, Carlo y Augusto, por acompañarnos a capturar este lugar. Gracias a Restaurante El Mestizo, que hizo posible nuestra visita y recorrido en Santa Apolonia, ¡que linda vista tiene este imponente mirador!