Las Torres de Ciruc en Matara

Ciruc, montaña de emociones 

Ubicadas a una hora de caminata del distrito de Matara en Cajamarca, se encuentran Las Torres de Ciruc, aquí compartimos nuestra experiencia en ese lugar con una geografía impresionante.
Ciruc. Nos sonaba a tierra o montañas áridas.
No habíamos visto este lugar antes, no frecuentemente, pero claro, la idea era eso: descubrir espacios, paisajes, en fin, lugares nuevos. Cada martes, lo que hacía interesante cada aventura era eso: exactamente el no conocer nada.

Ese día nos levantamos temprano y la intención era regresar después de almuerzo, pero como ya dijimos, no conocíamos nada, ni sabíamos lo que nos esperaba. Apenas pisamos tierras matarinas, el reloj marcaba las diez de la mañana y buscamos un lugar para llevar el almuerzo y disfrutarlo en la cima. Encontramos un restaurante en la misma carretera y esperamos. Una vez con el almuerzo fuimos a buscar referencias de cómo llegar a las Torres, fuimos a parar a la Municipalidad con la intención de solicitar una guía, esperábamos el croquis con especificaciones, pero al no encontrarlo, nos hicieron uno a mano. Por supuesto que uno así, evadía varias direcciones, pasajes y cualquier otro tipo de referencias, así que decidimos partir sin más y pedir información en el camino.
Nuestro primer destino: El Cristo Redentor, estaba relativamente cerca, a unos treinta minutos a pie y hacia arriba. Estaba vacío y la vista era agradable, salvo por unos rayones que tenía la estatua, típico y triste de algunos lugares. Una vez ahí, empezaba el camino directo a las famosas (para nosotros) Torres de Ciruc. El camino era delgado y todo trocha, el sol se alzaba justo al centro, el cielo estaba casi despejado y a los bordes había cualquier tipo y color de vegetación. Colores por doquier y tipos de flores tan lindas que daba tristeza no saber el nombre de cada una.
Nos detuvimos a apreciar y a fotografiar la belleza que resultaba de la mezcla del cielo, un sembrío de arvejas y la creación humana. Cada minuto era fabuloso, el camino se hacía más bello cada que avanzamos, en algunos puntos, la tierra tenía el color del atardecer, realmente era muy singular. Era como ver los colores de toda la tierra en el suelo, sinceramente no sabemos a qué se debe tanta belleza. No nos sentimos tan perdidos como creíamos que estaríamos, salvo un par de veces que tuvimos que pedir referencias y nos mencionaron un cruce y la escuela de Ciruc, el resto fue a la de Dios, es que a veces es así, no siempre vamos a entender o controlar todo.
Caminamos aproximadamente por dos horas, sin saber a cuánto tiempo estábamos. Pero lo que sí nos atrevemos a decir, es que uno siente su destino, siente cuando está a minutos o cuando sin ver ya está ahí. Recordamos claramente esa sensación, subimos una colina regularmente empinada y al descender vimos toda la inmensidad de Ciruc, todo tendido a nuestros ojos y a nuestros pies, la emoción quizás no puede describirse, pero si ahora mismo piensan en ese lugar que impactó y marcó sus vidas, algo así se sintió en el corazón. Ciruc a la vista es un lugar armónico, que llama o nos lleva a pensar en equilibrio, todo parecía estar en orden, los colores y las formas, la vista de la composición natural de cada torre era increíble.
Todo era un vaivén de emociones entre ilusión, miedo, adrenalina y felicidad. Cada cosa que vivimos en ese lugar valió cada esfuerzo para llegar, eso es lo que al final se rescata y se revive, hasta el miedo es una sensación que mantiene el recuerdo de ciertos lugares y quizás de las mejores experiencias. Lo que más extrañamos ahora es eso, sentir el viento en la cara, sentir las piernas pesadas y al ser ansioso por una nueva aventura.


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